Ser humano es un fenómeno de comunicación. Vivimos en cuanto percibimos y compartimos. Este es un espacio para alcanzar a la mayor cantidad posible de otros seres humanos y compartir lo que vivo, pienso y juzgo.

jueves, 22 de febrero de 2007

David Alvarez Martin

Ahora que evocamos la obra y pensamiento de Juan Pablo Duarte, retorna a la mesa de trabajo la pregunta sobre la República Dominicana como proyecto de nación. Y la respuesta surge sin mucho esfuerzo, por un lado tenemos el proyecto real que se va a ejecutando de manera inexorable y por el otro lado los múltiples proyectos que de manera impotente se plantean desde poco antes de la fundación política de nuestro país.
El proyecto real, a cargo de un minúsculo cenáculo de de políticos, empresarios e inversionistas foráneos, contempla la mayor tasa de rendimiento del capital posible y el enriquecimiento de los capataces políticos vernáculos. Ese es el efectivo proyecto de nación en ejecución, pensar lo contrario es para tontos o demagogos. En este proyecto a la inmensa mayoría de los dominicanos y dominicanas les quedan dos caminos: la emigración o continuar siendo explotados por los verdaderos dueños del país.
Los demás proyectos posibles, desde el forjado por Juan Pablo Duarte hasta el de Juan Bosch Gaviño, pensados para el desarrollo y felicidad de la mayoría de los dominicanos, siguen entre las páginas de tantos libros, en los momentos de lucidez de tantos intelectuales frustrados y, de vez en cuando, en la furia popular que no ha logrado éxito alguno en nuestra historia. El motor de nuestra historia ha sido la explotación inmisericorde que arroja un doble resultado: el enriquecimiento de unos pocos y la miseria para la mayoría.
Cualquier argumento en contra podrá estar cargado de buenas intenciones, no lo dudo, pero carente de ciencia y evidencia. Los salarios de miserias que son ofertados como ventaja competitiva, la carencia de servicios públicos elementales como luz y agua, una educación pública pensada para embrutecer (que ningún funcionario del sector la usa para sus vástagos) y un empresariado rentista, son ejemplos de la validez de lo que aquí expongo.
Décadas de frustraciones políticas ha disminuido a su mínima expresión los ilusos, ni siquiera los jóvenes son capaces de ser motivados por proyecto “patriótico” alguno. Dicha realidad ha forjado un individualismo radical, especialmente en la pequeña burguesía, que bloquea de manera permanente cualquier proyecto de trascendencia para el país. Más que pesimismo, como podrían suponer algunos, lo que prevalece es el individualismo más intenso. Y en un escenario semejante, los intereses del cenáculo están garantizados.

1 comentario:

Anabelle Pérez dijo...

Al leerlo lo siento hablarme en un aula de esas del b2, yo sentada en primera fila o en segunda, con los codos apoyados y las manos en la cara prestando atención; con gran admiración, a sus palabras llenas de ritmo y de fuerza, con tanta gracia, con tanta emoción, continúe escribiendo por favor, de política, de culturas, de sociedades, me encanta cómo de su mente salen las palabras y lo mucho que aprendo con ellas.

No pare de escribir porfavor.

Bienvenido a blogger querido profesor David.


Anabelle Pérez.