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miércoles, 10 de enero de 2007

Ibn Jaldún

El filósofo nº1 es musulmán
(Fuente: www.elmundo.es)

No es ni Ortega, ni Gracián, sino el sevillano Ibn Jaldún, al que la ONU rinde ahora homenaje. Entre las aportaciones del autor del «Libro de la evidencia»: la Teoría de los Juegos premiada en 2005 con un Nobel

PABLO PARDO. Washington

Es el filósofo de origen español más universal en el campo de la Ciencia Política. El único cuya obra es de lectura obligada en prácticamente todas las grandes Universidades de Estados Unidos, especialmente en disciplinas como Resolución de Conflictos, Sociología, Teoría de las Relaciones Internacionales, Gestión de Imperios (en EEUU se puede estudiar cómo hay que gestionar un imperio, tal vez para evitar los errores de Bush) y Teoría de la Historia. Y no es Baltasar Gracián, José Ortega y Gasset, Juan Linz o Manuel Castells.
Se llama Abu Zayd Abd ar-Rahman ibn Muhammad ibn Jaldun al-Hadrami. Aunque los anglosajones, que desconocen el fonema «jota» (otra herencia española del árabe) lo llaman Ibn Khaldoun o Ibn Khaldun. Su nombre también aparece castellanizado: Abenjaldún.
Hace más de 600 años, este tunecino de familia sevillana sentó algunos de los conceptos más importantes en la Sociología, Economía, Antropología y Política de principios del siglo XXI. Cuando el 10 de octubre de 2005 el Banco Central de Suecia anunció la concesión del Nobel de Economía al estadounidense Thomas Schelling y al americano-israelí Robert Aumann estaba premiando a dos estudiosos de un concepto, la Teoría de los Juegos -estudia el comportamiento de los seres racionales para maximizar los resultados de sus acciones- que fue prefigurado, aunque sin matemáticas, por Ibn Jaldún.
Lo mismo que la relación entre la presión fiscal y la tributación, que es el eje de toda la política económica de Occidente desde los años 80, cuando Reagan y Thatcher decidieron que unos impuestos más altos no implican necesariamente más ingresos para el Estado, ya que pueden desincentivar la actividad económica. Esa tesis fue resumida por Arthur Laffer en un simple gráfico, en 1974, que desde entonces se llama, en honor a su creador, Curva de Laffer. Aunque Laffer siempre ha rechazado que él inventara nada. Se limitó a modernizar las teorías de John Maynard Keynes e Ibn Jaldún.
Todos esos conceptos-al igual que otros, como la Teoría del Conflicto de Gluckmann, Rex y Coser-están en la Muqaddima (literalmente, Prolegómenos), el primero de los siete volúmenes que forman el Libro de la evidencia , en el que la que Ibn Jaldún resumió su visión del mundo en forma de una Historia Universal. Una obra monumental que fue calificada por el británico Arnold Toynbee como «indudablemente, la obra mas grandiosa de su tipo creada por nadie en ningún lugar».
Ibn Jaldún escribió el Libro de la evidencia en 1377 en el pueblo de Qalat-Ibn-Salama, en lo que hoy es Argelia. Fue un periodo de reclusión, ocasionado tras uno de sus fracasos políticos, que le obligó a abandonar el reino de Tlecemén, en el occidente de la Argelia actual, y pedir refugio entre las tribus de la región. Porque, al igual que otros muchos pensadores en el campo de la filosofía política-el caso más evidente, Maquiavelo-Ibn Jaldún fue un desastre cuando trató de poner sus teorías en la práctica. Su biografía es una sucesión de relaciones de amistad con varios de los principales gobernantes de los países musulmanes del Mediterráneo sucede casi siempre por caídas en desgracia, frecuentemente acompañadas del exilio y, en una ocasión, de la cárcel.
Su primer empleo público fue como escriba en la corte de Túnez, donde había nacido el 27 de mayo de 1332. Ibn Jaldún procedía de los Banu Jaldún, que llegaron a lo que hoy es Carmona en el siglo VIII procedente de Hadramaut, la misma región yemení de la que es originaria la familia Bin Laden. Dos siglos después, los Banu Jaldún, que se habían trasladado a Sevilla, eran uno de los clanes más influyentes de Al-Andalus. Pero en 1248 Fernando III de Castilla tomó la ciudad y, los antecesores del filósofo se trasladaron al norte de Africa, donde los exiliados andaluces coparon los puestos de asesores de los líderes de la zona.
Ibn Jaldún estaba, así pues, destinado a jugar un papel influyente en política. En sus 74 años de vida, fue consejero de los reinos de Granada, Túnez, Tlemecén, Bujía (fue además primer ministro), Fez, en el que desempeñó el cargo de regente, y Egipto. Esa trayectoria está marcada por un éxito y un fracaso. El éxito fue la misión diplomática que Mohamed V le encargó para que convenciera a Pedro I el Cruel de Castilla de que no atacara al reino nazarí. Ibn Jaldún no sólo lo logró. Impresionó tanto al monarca cristiano que éste llegó a ofrecerle quedarse a su servicio y restituirle las propiedades familiares, oferta que rechazó. El fracaso, su intento de mediar ante el mongol Tamerlán para que no atacara Damasco, encomendado por el sultán mameluco de Egipto, Faraj.
Pero Ibn Jaldún ha pasado a la Historia por su trabajo como pensador. El núcleo de su teoría política es que la historia de los imperios sigue unas pautas fijas, que tienen más que ver con las dinámicas internas de la sociedad que con la acción de potencias extranjeras. Cada pueblo lleva dentro de sí mismo las semillas de su propio esplendor y de su decadencia. En la Muqaddima el eje de la historia es la tensión entre los pueblos sedentarios de las ciudades y los grupos nómadas, que en aquel momento definía gran parte de las luchas políticas del mundo islámico.
Hoy, justo 600 años después de su muerte, su figura, prácticamente olvidada hasta mediados del siglo XIX, atraviesa un periodo de fama mundial. Ibn Jaldún es ahora una de las estrellas de la ONU, en cuya sede, en Nueva York, está la exposición Encounter of Civilizations. Ibn Khaldun, organizada por el Ministerio de Asuntos Exteriores y la fundación El Legado Andalusí, dependiente de la Junta de Andalucía. El filósofo tunecino-andaluz ha sido así aprovechado por el Gobierno español para reforzar sus esfuerzos de involucrar a la ONU en el proyecto de la Alianza de Civilizaciones.
Nada mejor que sus propias palabras para acercarnos al personaje. Escribió Ibn Jaldún: «En el fondo, a pesar del pesimismo que a veces puede embargarnos cuando se conoce en profundidad la historia, quizás nos puede tranquilizar, hoy día, saber que la especie humana ha sobrevivido a enormes conflictos y tragedias».

EL INTELECTUAL

Precursor. Ibn Jaldún (1332-1406) es uno de los pensadores más originales y adelantados a su tiempo de su época. Como científico social, trató de buscar dentro de las sociedades que estudiaba las causas del auge y declive de las grandes potencias.

EL POLÍTICO

Fracaso. Su trayectoria en las seis cortes en las que sirvió como consejero sigue una pauta fija. Primero, lograba la amistad de los gobernantes gracias a su tremenda cultura e inteligencia. Luego, por esas mismas razones, ponía a toda la corte en su contra. Su vida es un tobogán de subidas y bajadas en los escalafones del poder, con periodos de exilio.

Un rebelde. Para él, las grandes dinastías tendían a durar 300 años. En el primer siglo, mantenían la austeridad y autodisciplina de cuando estaban excluidos del poder. En el segundo siglo la dinastía alcanza su máximo esplendor. Finalmente, en el último tercio el grupo pierde sus virtudes originarias y queda a merced de nuevos actores políticos.

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