1. Filosofía y TIC
En las últimas dos semanas he vivido de un modo muy intenso la doble vida afectiva y profesional que apenas soy capaz de llevar desde hace unos años. Por un lado, como profesional del mundo académico de la Filosofía, investigo cosas que tienen que ver con la interesante relación entre teología, política y filosofía en la historia de las ideas modernas; concretamente, en cómo articulan esos materiales hombres -aunque sería mejor decir “mitos”- como Leibniz, Spinoza o Descartes. Por otro lado, pertenezco, asimismo, al conjunto de opinadores y escritores que encuentran en las nuevas tecnologías, con Internet como su motor principal, algo nuevo y decisivo; y, además, hago mi lectura de ese hecho desde vivencias, cada vez más dominantes, como cibernauta. Estos dos intereses me resultan a mí razonables, aunque tengo que reconocer que mis compañeros de uno y otro ámbito lo asocian a una cierta esquizofrenia: me parece que ambos comprenderían major todo, si yo cultivara algo relacionado con la filosofía de la ciencia o la lógica, que es donde ellos ponen, si no me equivoco, el vínculo con las nuevas tecnologías. Después de todo, en esos terrenos, por la vía cognitivista, analítica y economicista, se escribe sobre interacción hombre-máquina, economía de la información y cosas afines. No puedo ahora extenderme en ésto, pero no quiero dejar de repetir que para mí la union de esos dos intereses no es nada forzada; no solo eso, si me apuráis, diría que es la lógica: a quien le interesan los debates teológicos o la iglesia como configuradores históricos, ¿cómo no le va a interesar uno de los agentes principales de formateo de la realidad contemporánea? ¿Y no late en ambos un interés aglutinador por los materiales con los que se arman en cada época distintos idearios políticos, doctrinas o imaginarios?
2. Postmodernidad e Internet
A principios de noviembre, en un encuentro con profesores de Berlín, a propósito de los conceptos de tolerancia y armonía en el pensamiento europeo moderno, hubo las habituales referencias a nuestro presente histórico como época postmoderna. Como, en concreto, se mencionó a Deleuze y varias ideas asociadas a él relacionadas con las micropolíticas y la depotenciación del sujeto, me vino a la cabeza su obra Mil mesetas. Fue uno de los libros que le dio auténtica repercusion pública; en buena medida porque allí, junto con Guattari, intenta traducir al terreno politico ideas suyas anteriores pero elaboradas en el contexto de la teoría de la ontología y la epistemología. El libro es muy extenso y denso, aunque creo que le reporta al lector muchas satisfacciones en forma de analogías ocurrentes y materiales heterogéneos puestos al alimón. Me vino a la cabeza, porque la ponencia aquella incurría en la misma paradoja del libro: ninguno había tematizado Internet y las nuevas tecnologías en ese discurso, a pesar de que éstas son precisamente agentes principales en el proceso que describen. Que Deleuze y Guattari recurrieran sistemáticamente a procesos naturales para referir lo que ellos llamaban estructuras rizomáticas -que son propiamente estructuras retitculares-, creo que dice mucho de los límites explicativos de toda esta generación de pensadores desvinculados de, cuando no enfrentados a, lo que muchos han denominado la época de la computación.
3. Globalización y Nuevas Tecnologías
Una semana después tuve la suerte de ser invitado a asistir a una ponencia sobre globalización, impartida por un profesor argentino. El panorama que describió era bastante ecléctico, por lo que resultaba bastante difícil organizar un debate razonable. No obstante, yo estaba interesado en saber qué pensaba sobre los procesos sociales habilitados por cosas como Internet o las redes P2P, y de un modo más concreto quería saber qué opinaba sobre el papel de esos agentes en la sociedad civil a la que tanto protagonismo había concedido en su texto. Al margen de los calificativos de “entusiasta”, “prodemócrata cibernauta” y “fetichista” que me cayeron en las primeras respuestas, tuve que enfrentarme al principio humanista en relación con las tecnologías. Es popular cómo lo utiliza la asociación norteamericana para reivindicar su derecho a portar armas de fuego: las pistolas no matan por sí solas. Intenté convencerles de lo contrario; de cómo las TIC significan creación de condiciones de posibilidad, esto es, de realidad. En vano.
4. Lo Otro y el Nacionalismo
Unos días después me desplacé a Sevilla, para presentar la web de la Asociación Española de Ética y Filosofía Política, que celebraba su congreso -sobre violencia y pensamiento político- y asamblea anuales. Yo iba en calidad de técnico, así que no participé activamente en el congreso. Sólo el último día me animé, porque me resistía a perder la oportunidad de charlar con ponentes tan ilustres, a insinuar un puente entre los problemas expuestos y las posibilidades desplegadas por los computadores. En concreto, lo hice a propósito de un debate en torno a la tolerancia y el reconocimiento del otro; donde llamé la atención sobre la posible artificialidad de la misma pregunta, pues las identidades respecto de las que hace unas décadas, no digamos siglos, tenía sentido la misma, andaban ya bastante desdibujadas: ¿cómo reconocer lo otro si no sé siquiera que soy yo? El otro tema que abordé fue el nacionalismo y el terrorismo; donde me pareció que el escollo principal residía en la definición local (lengua, territorio, etc.), y que éste no se salvaba por ampliación del límite: ¿no jugarían los computadores un papel importante en una redefinición del problema? ¿No es acaso la salida lógica para todos los que habiendo abandonado el nacionalismo menor (p.ej. vasco), no quieren ya acabar en uno mayor (p.ej. español) salvo sobre una base de relaciones distintas, cada vez más permeables y reticulares?
Casi todas estas interpelaciones cayeron en saco roto. O yo me expresaba mal, o vivíamos en mundos distintos; yo ya sabía que había buena parte de lo segundo, pero vi que también era así para algunos de ellos, cuando al tercer requerimiento, alguien, muy amablemente, me abordó: “perdona, ¿pero tú de dónde vienes?”
5. Mundos Imaginados y el Yo-Yo
El sábado por la mañana disfruté un rato de la Feria del Libro Antiguo de Sevilla; adquirí muy barato el precioso libro de Dyson, titulado en inglés “Imagined Worlds”, pero traducido al español como “Mundos del futuro”. Mientras lo leía, volví a sentirme en casa. Sólo la introducción es un canto de sirena para cualquiera que esté interesado en la tecnología y su significado social; pero es que además este catedrático y premio Nobel de Física -laureado junto con mi admirado, por divertido, Feynman- halla en la ciencia-ficción la inspiración para pensar las posibilidades y realidades de las tecnologías.
Volví leyendo el dossier de cultura de los sábados de El País. José Luis Pardo, profesor de filosofía de la Complutense de Madrid y especialista reconocido en pensamiento contemporáneo, reseñaba un conjunto de libros relacionados con Deleuze. Concedía especial significado a una traducción española de un texto sobre la guerrilla, como tipo específico de acción, de Lawrence de Arabia, que, al parecer, fue siempre una referencia para el filósofo francés. Sin duda, el “agujero computacional” estuvo siempre en aquella generación de pensadores, puesto que Deleuze recurría a Sir Thomas cuando tenía ya en su presente histórico realidades suficientes. Pero lo malo es que los glosadores siguen en la misma espiral, y libros como el de David de Ugarte, 11M Redes para ganar una guerra, les pasan desapercibidos.
Como podéis ver, estuve haciendo círculos a lo largo de aquellos días; empecé con Deleuze y en él acabé. En ese yo-yo se mueven muchos de nuestros intelectuales. Yo no soy partidario de cortar la circunferencia, sino de introducir hilos, por más que estén medio deshilachados y pelados. El propio giro los irá ensamblando.
sábado, 3 de marzo de 2007
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