Ser humano es un fenómeno de comunicación. Vivimos en cuanto percibimos y compartimos. Este es un espacio para alcanzar a la mayor cantidad posible de otros seres humanos y compartir lo que vivo, pienso y juzgo.

viernes, 23 de marzo de 2007

Miguel González Compeán

La Iglesia ¿y lo demás?

Por: Miguel González Compeán

En un luminoso texto, como a los que nos tiene acostumbrado Fernando Savater, publicado recientemente en el periódico El País, aborda con sencillez y profundidad la distancia entre la filosofía, la ciencia y la religión. Establece entre ellas las distancias propias de quien es un ateo con convicciones, valores y con un intachable compromiso con la libertad y el respeto a la vida humana.Al centro del debate planteado, una pregunta ¿por qué en el siglo del racionalismo en todos los terrenos, Dios ha vuelto a la política y con toda la fuerza? La respuesta no parece fácil, pero es un hecho que desde el Islam hasta el catolicismo más moderno, Dios está entre nosotros. Como motivo, como razón, como explicación última del ser y como otorgante de nuestros valores familiares, sociales y cotidianos. Los peligros asociados, también, el central: la intolerancia.Aquí están en sus manifestaciones contra el aborto, en contra de la invasión de Irak, en su defensa de la guerra santa contra el Satanás de nuestro tiempo. En el fracaso de la integración de las comunidades musulmanas en Londres, París o Madrid, hasta en tercera generación.En la construcción de imágenes míticas e intachables de cada una de las cabezas de las diócesis. En la construcción mesiánica de sus líderes y en el sacrificio necesario con la libertad, al razonamiento, a la decisión individual, y, por qué no... a rechazar la vida misma.El texto de Savater no prosigue en las respuestas, pues es tan sólo la introducción a su nuevo libro ¿Existe la vida eterna? Pero deja una señal de migajas de pan para proseguir en la reflexión. Las preguntas de la religión y de la filosofía, no son para dar soluciones definitivas. Ahondan en cada pregunta y cada una de ellas tiene una enorme posibilidad de respuestas. La filosofía desde el laicismo, la religión desde sus concepciones de la vida y del ser último: desde su púlpito. La filosofía desde la apertura a todas las respuestas, la religión desde todas las preguntas, para tener una sola y verdadera: Dios. La ciencia, en cambio, está hecha para dar respuestas puntuales y definitivas (aunque luego cambien). Para satisfacer las necesidades y el desarrollo del hombre, pero ¿de verdad lo hacen? Muchos dirían que no. Ni la ciencia, ni el actuar racional del hombre en los últimos años parecen resolver lo necesario e imperioso. El racionalismo se ha convertido en una religión también. Acaso preferible, como la democracia frente a todo lo demás, aun imperfecta. Acaso, por ello, la importancia del Estado laico. Para que se permitan todas las preguntas y se garantice que puedan darse todas las respuestas. Que sean posibles y exista respeto para todas las ideas y la solución que cada una propone a cada una de las cuestiones más cercanas y cotidianas. En el contexto mexicano me preocupa esta disyuntiva.Mientras con singular virulencia, diversos grupos sociales han comenzado campañas y manifestaciones en contra de la legalización del aborto, fundados en principios religiosos y morales (no me voy a meter de nuevo en las consideraciones de libertad de la mujer, en los asuntos sociales o de salud pública), los demás temas de la acuciosa agenda mexicana, siguen sin atenderse. Llena de las vanidades de nuestros políticos, vacía de argumentos y con prioridades que no abandonan lo electoral o lo inmediato, la política mexicana y su Congreso, dan traspiés.Los ejemplos son muchos: la ley de pensiones del ISSSTE; la discusión sobre nuestro futuro energético; la inevitable crisis de agua en el país; la rendición de cuentas de los partidos políticos y la baja en los gastos para publicidad de los mismos, en fin. Mientras la religión ofrezca esperanza a pesar del sacrificio, y el racionalismo científico o político no nos den esperanza en el mundo que vivimos todos los días, no dejaremos de tener a la(s) Iglesia (s) presentes y ganando adeptos todos los días. Las religiones, sin embargo, no son tolerantes, se fundan en su supremacía. Unas con la espada otras con el Santo Oficio. Usted dirá.

miguelgonco@hotmail.com

No hay comentarios: