IV CONGRESO LENGUA ESPAÑOLA
Un idioma eficaz y olvidado
Rafael Rodríguez Jerez
En la ciudad de Cartagena de Indias se celebró el IV Congreso de la Lengua Española, con un digno homenaje al escritor Gabriel García Márquez, a propósito de cumplirse los 40 años de haberse publicado Cien Años de Soledad, considerada una obra de arte de la lengua castellana.
En un viaje reciente, visité esa ciudad histórica y de camino estuve cerca de Aracataca, en los pueblos de la Ciénaga y Río Frío, donde aun se respira aquel mundo desolado, bananero, de idealización de recuerdos, con las mismas historias en tiempo real, no virtual, de las remembranzas de Macondo.
De García Márquez conozco que el escribir es comunicar, es transmitir significados, es desahogarse, exportar historias, reales o ficticias, deleitar el alma, contradecir la soledad o simplemente hacer registros de las memorias puestas en letras ya sea en una página en blanco o en una pantalla vacía.
Escribir es un compromiso con la historia, es quemadura del alma, es andar en búsquedas de recuerdos ocultos, desprendidos con brazas, para fortalecer o enriquecer el idioma. Es como la búsqueda de un hilo suspendido y sin apoyo, seguido de un vuelo incierto.
Así lo describe el maestro cuando dijo que no sabía como seguir cuando dejó iniciado el primer párrafo: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo” para 18 meses más tarde entregar 560 páginas de una historia que le ha dado la vuelta al mundo.
Las fantasías flemáticas contadas con serenidad natural, dichas en ese castellano sencillo y fluvial, aun están vivas en los entornos de Aracataca, Las Ciénagas y Río Frío, a través del Macondo mágico aun envuelto de polvaredas, enfermedades, inmundicias, miseria y ese vacío del horizonte en sus habitantes lánguidos que esperan la civilización.
Su obra ha despertado por un lado que una gran muchedumbre se haga necesitada de la lectura en lengua castellana, y por el otro el hacer surgir autores, escritores dispuestos a hacer que el idioma castellano sea la vía transparente, eficaz y menos olvidada para el mundo hispano parlante.
Hay dos obras que han pasado por la historia como verdaderas joyas de arte en la literatura castellana, el Quijote de Miguel Cervantes y Saavedra con sus octacílavos “En un lugar de la Mancha”, para dar paso a Cien Años de Soledad “muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento”.
Cautivado por el sueño de enfrentarse cada día a la motivación de elegir las 28 letras de nuestro idioma, Gabriel García Márquez es el responsable del comprometido con los párrafos perfectos, las metáforas insólitas y la prosa imaginativa, a veces desbordada de historias aun no contadas por nadie.
Su fórmula de realismo mágico empleada para interpretar el mundo, se ha convertido en ejemplo para la copia de sus fundamentos categóricos y la estructura modelada algunas veces conversadas en entrevistas literarias como aquella sostenida bajo el olor de la guayaba.
Gabriel García Márquez encarna al castellano mismo, el idioma vivo, con sus descripciones mágicas, sus metáforas inconfundibles, sus escenas fantasiosas y la creación imaginativa entre lo real y lo sublime.
Si el escribir tiene un sonido es fácil encontrarlo en sus obras, si la imaginación tiene alas, allí están, con palabras que hacen transparentes los hechos, contadas en historias nuevas por el río comunicante de las letras escogidas.
Concluir una obra no es tarea fácil, porque las fuerzas se agotan, el trabajo se debilitaba y el centro mismo de la existencia se altera, ya que las ideas y los pensamientos se conjugan con el tiempo, haciendo que los recuerdos y las historias se salgan del laberinto a que fueron sometidas por el esfuerzo de crear.
Pero para García Márquez no es así, porque ha hecho costumbre la labor su compromiso de escritor, tal como lo describe cuando dice que “desde que tenía 17 años y hasta la mañana de hoy, --al cumplir los 80-- no he hecho cosa distinta que levantarme temprano todos los días, sentarme frente a un teclado, para llenar una página en blanco o una pantalla vacía del computador con la única misión de escribir una historia aún no contada por nadie, que le haga más feliz la vida a un lector inexistente.”
El poner a la disposición del público un millón de ejemplares de la obra revisada de Cien Años de Soledad, la real academia de la lengua castellana además de hacer más eficaz el idioma castellano evita que sea olvidado.
*El autor es economista y profesor universitario
jueves, 29 de marzo de 2007
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